Desde tiempos inmemoriales la planta de maíz era considerada la planta sagrada para los Incas, debido a su gran significado tanto alimentario como religioso y es utilizada aún en la actualidad, en cada una de las festividades religiosas ofrecidas a los dioses Incas. Los Incas vestían algunas plantas de maíz como muñecas para representar a Mama Sara, también conocida como Madre del maíz o de los granos.
Mama Sara y su influencia en los alimentos
Los Incas creían fervientemente que la Madre del Maíz podía escuchar y sentir con agrado los cultos y ofrendas que le ofrecían, dándoles como recompensa una abundante cosecha de maíz.
Con el maíz que recolectaban los Incas, realizaban su principal bebida conocida como chicha, el pan de uso ceremonial, así como diversos potajes que se preparaban con maíz.
La producción de la chicha obtenida por la fermentación del maíz, era considerada una labor religiosa y mágica, la cual era observada por Mama Sara y debía ser realizada solo por mujeres.
Rituales de adoración a Mama Sara
Mama Sara era una doncella que se había transformado en una hermosa planta de maíz, gracias a la intervención divina de su dios Inti (el sol), esto con la intención de evitar ser tomada como esposa por el hechicero Kuru.
Al ser una doncella, solo las mujeres podían cosechar el maíz, ya que Mama Sara no podía ser tocada por los hombres, de lo contrario se marchitarían las futuras cosechas.
En el sexto mes del calendario; mayo, se iniciaba el ritual a Mama Sara, por medio del baile del maíz, este ritual consistía principalmente en la recolección del maíz por las mujeres del lugar, para luego ser llevado a la casa, en donde era velado durante tres noches.
Durante el culto, el maíz era colocado entre las mejores mantas y creían que adorándolo lograrían la conservación del maíz, garantizando además la reproducción de la próxima cosecha.